En el sector de la hostelería en Brighton es muy habitual encontrarse con empresarios que no pagan el salario mínimo o que intentan no pagar las vacaciones a sus trabajadores. Esta problemática es más común en los trabajadores migrantes que no tienen un gran dominio del idioma ni un conocimiento profundo de la legislación laboral.
Este el caso de un trabajador de un restaurante en The Lanes. El entorno en que se desarrollaba su trabajo era bastante complejo, el resto del personal de la cocina, como él, eran inmigrantes, por lo que la comunicación se hacía muy complicada. Su trabajo se abonaba con el mínimo posible, 6,5 libras por hora, y los cambios de horarios a última hora eran bastante habituales, alcanzando en algunos casos jornadas semanales de más de 50 horas.
Aprovechándose de las dificultades en la comunicación y del desconocimiento de la legislación laboral, el jefe intentó que el trabajador no tomara unos días de vacaciones, y posteriormente rechazó pagarle las vacaciones con argumentos como "Si no trabajaste durante tus vacaciones, ¿cómo quieres que te pague?".
Tras dos meses y medio, el trabajador decidió abandonar el puesto de trabajo. Algo que no sólo se motivó por la problemática de los horarios y el salario, sino principalmente por la dificultad de desarrollar una respuesta colectiva para frenar la situación de precariedad que sufría la plantilla.
El trabajador continuó reclamando el pago de las vacaciones tras abandonar el puesto de trabajo. Pero el pago no se produjo hasta después que el trabajador, acompañado por otros compañeros de SolFed, informara de que en caso de que el impago persistiera se iniciaría una campaña contra el robo de salarios en ese restaurante.